Se mantiene la cifra oficial de 64 muertos, y la Presidenta Claudia Sheinbaum reconoce que se desconoce cuál es la situación real de los pueblos aislados, de unos 500 a mil habitantes
Miles de militares y civiles trabajaban hoy martes 14 de octubre a destajo para abrir los caminos bloqueados por las lluvias torrenciales de los últimos días en México, las cuales mantienen más de 300 comunidades incomunicadas en el centro y este del país, a la vez que se inició la fumigación de muchas de las áreas afectadas para prevenir la expansión del dengue.
Hasta el momento se mantiene la cifra oficial de 64 muertos, pero decenas de personas siguen desaparecidas y la Presidenta Claudia Sheinbaum reconoció que se desconoce cuál es la situación real de los pueblos aislados, de unos 500 a mil habitantes.
La apertura de caminos “es una de las mayores urgencias” porque es prioritario “garantizar los puentes aéreos, las despensas, el agua y el censo de las localidades aisladas para poder saber en qué situación está cada una de las personas que vive ahí”, dijo Claudia Sheinbaum.
Empresas de construcción privadas también colaboran con equipos y maquinaria pesada para abrir las carreteras.
Las autoridades han atribuido las lluvias al paso de dos sistemas tropicales que se formaron en la costa del Pacífico mexicano, unidos a un frente frío y uno cálido que confluyeron en la zona más afectada justo al final de una fuerte temporada de lluvias que dejó ríos a toda su capacidad, los mantos freáticos totalmente cargados y cerros debilitados.
No obstante, la Presidenta dijo hoy martes que después de la reconstrucción se hará una revisión de los protocolos para saber “qué funcionó, qué es lo que necesitamos mejorar y… saber si hay mejores mecanismos todavía de alertamiento”.
Los estados más afectados por las lluvias son el norte de Veracruz (en el Golfo de México), Hidalgo (al norte de la capital y donde se encuentran la mitad de pueblos incomunicados) y Puebla (al este de Ciudad de México).
En torno a unas 100 mil viviendas quedaron dañadas o totalmente destruidas por ríos que se desbordaron, deslaves de cerros o la crecida del agua que en algunos puntos tapó casas completas.
Decenas de centros sanitarios también quedaron dañados, entre ellos uno de la localidad de Álamo, al norte de Veracruz, donde “la inundación tuvo dos metros de altura… arrasó con todo el equipo que estaba en la unidad” y el personal trabaja ahora en el exterior, dijo Martí Batres, director del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Partes del estado de Veracruz, donde murieron al menos 29 personas, recibieron unos 627 milímetros de lluvia entre el 6 y el 9 de octubre y, según dijo su gobernadora, Rocío Nahle, hay más de 300 mil damnificados.
Roberto Olvera, un vecino de la ciudad petrolera de Poza Rica, dijo que a él lo alertó una sirena de unas instalaciones de Petróleos Mexicanos cercanas y por eso pudo salvar su vida. Fue “un momento muy angustiante, porque se quedaron muchas personas en la colonia y algunos perecieron”.
Junto al lodo y los escombros, algunas partes de la ciudad mostraban esta semana restos de una pasta negruzca, aparentemente algún tipo de hidrocarburo que pudo ser arrastrado de instalaciones petroleras cercanas, que manchaba árboles y techos de lámina, junto a vehículos que habían sido arrastrados por la inundación hasta tejados cercanos.
La Presidenta Claudia Sheinbaum aseguró ayer que “hay suficientes recursos” y que “no se va a escatimar… porque todavía estamos en periodo de emergencia”. información de AP